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DeSantis es una mala noticia para los migrantes

El gobernador de Florida Ron DeSantis. (Associated Press)
POR JORGE SANTIBÁÑEZ*
ESPECIAL PARA LOS ANGELES TIMES
MAY. 31, 2023 11:20 AM PT

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El gobernador de Florida Ron DeSantis formalizó que competirá por la candidatura republicana en las elecciones presidenciales de 2024. Hoy en día es sin duda el principal oponente de Donald Trump y, si gana esa candidatura, con respecto a Biden tiene algunas ventajas competitivas como el hecho de ser sensiblemente más joven con apenas 44 años. No se gana una elección por ser joven, pero sí se pierde por ser viejo. Es decir, DeSantis sí tiene una oportunidad de ser el próximo presidente de Estados Unidos.

Una condición necesaria (aunque no suficiente) para ganar la candidatura republicana y eventualmente la elección presidencial, es ganar el llamado voto duro de los republicanos que es, entre otras cosas, conservador y antiinmigrante. Hoy ese voto está con Donald Trump, pero su candidatura se complica y esos votantes quieren un candidato ganador. Por muchas razones entre las que destacan la edad y los problemas legales de Trump, es probable que en una primera etapa vean más esa característica en DeSantis.

Por eso, como un guiño a los republicanos duros y conservadores, antes de lanzar su candidatura promovió varias legislaciones ideológicamente cercanas a lo que hoy es la base de Trump. Una de esas leyes tiene que ver con el combate a la migración indocumentada en la que de paso culpa a Biden por no hacer lo suficiente para controlarla y se refiere al proceso como “la crisis de Biden en la frontera”, como si él la hubiera generado y la promociona como la “legislación antiinmigración ilegal más dura de Estados Unidos”. Probablemente lo sea.

La legislación estatal en cuestión (SB1718) ataca aspectos que en la cotidianidad de la vida de los migrantes sí pueden resultarles muy perjudiciales. Otros estados podrían seguir su ejemplo y a diferencia del gobierno federal o de Trump no ataca las políticas en la frontera o el papel que juega México en donde además no tendría atribuciones, sino que apunta a hacerles la vida imposible. Cierto, por el momento solo es Florida, pero ya sabemos que el mal ejemplo cunde y el efecto de algo así en estados como Texas o Arizona o peor aún en todo el país, sería de graves consecuencias.

Por ejemplo, obliga a los empleadores con más de 25 empleados a que verifiquen su elegibilidad mediante el sistema E-Verify y contempla suspenderles la licencia si contratan indocumentados. Los acabaran contratando claro, porque los necesitan, pero eso aumenta la vulnerabilidad de los migrantes.

Prohíbe que esos migrantes tengan acceso a un documento de identidad, a cualquiera, lo cual limita el acceso al sistema bancario, de salud o educativo, no solo del migrante sino de sus familias y obliga a los hospitales a cobrarles sus servicios, lo cual derivaría en que se les niegue la atención. Desconoce licencias de conducir que con frecuencia obtienen los indocumentados en otros estados y que les permiten conducir a sus trabajos. Esto afecta de manera considerable a muchos de ellos que trabajan en la construcción, jardinería o servicios de mantenimiento a los que no se puede llegar usando el transporte público.

En síntesis, ni les deja trabajar, ni les permite acceder a servicios básicos. Sí es una muy mala legislación y tiene una lógica que es muy peligrosa. La mayoría de las estrategias, sobre todo las recientes, estaban dirigidas a no dejarlos entrar (muros, guardias nacionales, etc.) y si entraban, a sacarlos rápido (Título 42, 8, deportaciones, regresos voluntarios, etc.). Pero una vez que el migrante libraba esos filtros podía vivir relativamente tranquilo, o al menos con acceso a lo básico (trabajo, escuela, salud, conducir, sistema bancario). Este tipo de legislaciones como la promovida por DeSantis están orientadas a no dejarlos estar, a hacerles la vida imposible, a ellos y a sus familias y eso es mucho más delicado.

AMLO ya anunció que pedirá a los latinos que no voten por DeSantis. No le harán mucho caso. Ignora que en Florida ese grupo poblacional es mayoritariamente de origen caribeño y enemigo de regímenes como el cubano que AMLO tanto admira y apoya. Por el contrario, el contraste con Trump al ser DeSantis un conservador católico (tiene un tío que es sacerdote y una tía que es monja), que enaltece los valores familiares, no ofende a los latinos y no fanfarronea, puede resultar atractivo para los votantes hispanos.

Como los colaboradores de AMLO se sienten en competencia permanente por ver quién es el que mejor interpreta y multiplica sus ocurrencias, ya Marcelo Ebrard anunció reuniones de mexicanos en Estados Unidos para delinear acciones contra las medidas que impulsen los republicanos en materia de migración y no dude usted que algún diputado promueva romper con Estados Unidos si DeSantis resulta electo o que algún gobernador mexicano organice una marcha con ataúdes que lleven el nombre del gobernador de Florida. Tan pintorescos como inútiles.

Es apenas el principio y las cosas pueden cambiar considerablemente, pero las posiciones de DeSantis tienen un potencial de riesgo mucho mayor que habrá que tomar más en serio.

*Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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¿Y quién ve por los migrantes mexicanos?

Migrantes esperan a las autoridades estadounidenses, entre una barrera de alambre de púas y la valla fronteriza en la frontera entre Estados Unidos y México, visto desde Ciudad Juárez, México, el miércoles 10 de mayo de 2023. (Christian Chavez / Associated Press)
POR JORGE SANTIBÁÑEZ*
ESPECIAL PARA LOS ANGELES TIMES
MAY. 24, 2023 7:05 AM PT

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Recientemente, a raíz de la suspensión de la aplicación del Título 42, que permitía no aceptar y regresar casi inmediatamente a los migrantes en la frontera con México, el tema migratorio ha sido objeto de atención pública porque no se tenía (y no se tiene) certeza de lo que pasaría. No hubo noticiero que dejara de proyectar imágenes de las localidades fronterizas y de los migrantes.

La sociedad estadounidense por lo general ve este tema desde una perspectiva negativa que sobredimensiona los problemas que el proceso trae consigo y le cuesta trabajo reconocer la necesidad de recibir migrantes o los enormes beneficios derivados de su presencia. Lo último que quieren ver es un proceso desbordado en su frontera.

Aun bajo esa perspectiva, cuando se tiene la atención pública es quizá el mejor momento para impulsar cambios de mayor profundidad en la administración de este proceso. Tanto en la política migratoria de Estados Unidos como en la de los países de salida y tránsito. Es en esos momentos en los que países como México tienen mayor capacidad de negociación.

Donald Trump heredó a Biden el uso coyuntural del Título 42, una herramienta diseñada en el marco de políticas públicas de salud y que a muchos estadounidenses les proyectó la sensación de que eso permitía controlar la llegada de miles de inmigrantes. Como la percepción se convierte en realidad (aunque no siempre lo sea), Biden no suspendió su uso temiendo escenas caóticas de altísimo costo político.

Una vez que el COVID no es clasificado como una situación de emergencia sanitaria, la aplicación del título 42 es improcedente y Biden se vio obligado a encontrar “sustitutos” de esa medida. En realidad, no es difícil. Ahí está el título 8 que permite deportar a cualquier persona que está en territorio estadounidense sin contar con una autorización para ello. Esa disposición se aplica a los mexicanos desde hace décadas.

Como para dejar claro que él no es como Trump que separa familias y deporta migrantes de manera inhumana, ideó un mecanismo para ordenar la llegada de migrantes. Insuficiente, complicado y que pocos migrantes pueden satisfacer, pero mecanismo al fin y acordó con México que éste recibiera a buena parte de los migrantes devueltos y contuviera a la mayoría en su territorio.

El mensaje es claro. Trump y gran parte de la sociedad detrás de él, rechaza sin más a los migrantes, a todos. Biden abre pequeñas ventanas, estimula los caminos legales por limitados y complicados que estos sean y a quienes rechaza, lo hace de manera humanitaria.

En ambas estrategias, la de Trump o la de Biden, el papel de México es fundamental. Para controlar a los migrantes, a la buena o a la mala, para recibir a los no aceptados por el Título 42 o a los deportados por el Título 8, México es necesario. AMLO lo sabe y por eso tiene sus desplantes periódicos de “antiyanquismo” que tanto entretienen a los medios mexicanos. Porque sabe que le serán tolerados y que no tendrán consecuencias.

En mi opinión, esto abarata la posición mexicana. Se desperdicia una de las pocas oportunidades para obtener más en el tema migratorio. En particular para los migrantes mexicanos. Ninguna de las medidas instrumentadas, a pesar de la participación y colaboración mexicana, son para aliviar a sus migrantes, ni a los que ya viven en Estados Unidos ni a los muchos que todavía buscan entrar a ese país.

No sabemos bien a bien exactamente que está haciendo la administración de AMLO en su colaboración con Estados Unidos para retener migrantes en tránsito, recibir migrantes devueltos y hacerse de la vista gorda para que el crimen organizado opere a sus anchas, pero estamos seguros de que no está haciendo nada por los migrantes mexicanos.

En Estados Unidos viven cerca de 11 millones de migrantes no autorizados, la mitad de ellos son mexicanos. Viven, trabajan, estudian, socializan y consumen en Estados Unidos. Cerca de la mitad vive en hogares en los que hay por lo menos un ciudadano estadounidense, están plenamente integrados a esa sociedad. Se desperdició la oportunidad para promover y obtener la regularización de una buena parte de ellos.

Según los datos de la patrulla fronteriza, los mexicanos siguen siendo el grupo más numeroso representando entre el 30 y el 40 por ciento de esas detenciones. ¿Por qué, en las recientes negociaciones migratorias, en las que México se puso de tapete y aceptó hacer el trabajo sucio primero para Trump y ahora para Biden, no se puso en la mesa cómo beneficiar a los migrantes mexicanos? Ninguna de las medidas instrumentadas, ni en México ni en Estados Unidos, está pensada en ellos.

AMLO festeja cada mes las remesas que esos mexicanos mandan y que sostienen a millones de hogares. Ello ha sido fundamental para mantener la paz social en México y fortalecer al peso a pesar de que eso perjudica a sus familias, porque con un peso sobrevaluado reciben menos dinero para gastar en México, pero se olvida de ellos cuando negocia con Estados Unidos.

No es que los migrantes pidan o esperen nada del gobierno mexicano o necesiten de él para salir adelante en Estados Unidos. Simplemente es que ese gobierno cumpla con sus obligaciones elementales.

*Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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¿Tiene remedio la migración?

Un migrante gesticula hacia agentes de la Guardia Nacional de Texas que observan desde detrás de un alambre de espino, en la orilla del río Bravo, vistos desde Matamoros, México, el 11 de mayo de 2023. El gobierno del presidente estadounidense Joe Biden ha presentado medidas más estrictas para sustituir al Título 42. (Fernando Llano/AP)
POR JORGE SANTIBÁÑEZ*
ESPECIAL PARA LOS ANGELES TIMES
MAY. 17, 2023 12:17 PM PT

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En los días recientes mucho se ha hablado del proceso migratorio en Estados Unidos. Las imágenes de las filas de migrantes queriendo entrar a ese país o en albergues de las ciudades fronterizas de ambos lados o peor aun acampando en las calles, proyectan un proceso caótico y muchos se preguntan si es posible ordenarlo.

Cualquier intento de ordenamiento del proceso migratorio requiere dos condiciones básicas. La regularización progresiva de los migrantes indocumentados que ya están en Estados Unidos y administrar (que no cerrar totalmente) la llegada de nuevos inmigrantes mediante un número suficiente de visas, acorde con las necesidades reales del mercado laboral y la reunificación familiar e inversión en países de origen y tránsito.

Los intentos por detener el proceso totalmente, por la fuerza, no solo están destinados al fracaso, sino que aun las estrategias más exitosas en el corto plazo, en el mediano y largo solo generan más desorden, riesgos para los migrantes y ganancias para el crimen organizado. Ya tenemos un buen tiempo en esa vía.

En Estados Unidos viven 11 millones de migrantes sin autorización, los llamados indocumentados y que muchos en ese país llaman ilegales. La mitad son mexicanos. Recientemente Alejandro Mayorkas, el secretario de Seguridad Nacional, de quien depende la gestión de la migración, mencionaba que los migrantes llegaban a su país por una mezcla de factores, todos en sus países de origen, entre los que destacaban la pobreza, la violencia e inseguridad, la falta de oportunidades de desarrollo y regímenes autoritarios que limitan las libertades y persiguen a sus críticos.

El secretario tiene razón, pero se le olvidó mencionar la existencia de un mercado laboral en su país que necesita y atrae mano de obra que la sociedad estadounidense no aporta y la existencia de redes sociales y familiares de estos migrantes. Tampoco dijo nada del aporte de ellos al desarrollo de Estados Unidos entre los que destacan garantizar la sobrevivencia demográfica, el pago de pensiones a estadounidenses y la estabilidad de un mercado laboral que los requiere.

Además, la abrumadora mayoría trabajan o estudian, tres cuartas partes de ellos vive, producto de su trabajo, por encima del nivel de pobreza y la tercera parte son propietarios de la vivienda que habitan. Se les dice ilegales, pero se les da trabajo, pueden abrir cuentas bancarias, comprar propiedades, tener negocios, pagar impuestos y consumir día con día.

El camino de su regularización, si no interviniera la política, debería ser natural porque ya están integrados a Estados Unidos. El problema es que se ha construido un discurso, que un sector importante de la sociedad estadounidense cree, según el cual no son necesarios y en un extremo representan un riesgo, aunque no haya un solo dato que sustente este tipo de afirmaciones.

Por eso la regularización de estos migrantes, que depende del congreso de Estados Unidos es necesaria para el ordenamiento del proceso y por eso Joe Biden desde el día uno de su mandato presentó (y solo eso) una propuesta. Desafortunadamente, no ha invertido nada de su capital político para que siquiera se discuta.

En cuanto al ordenamiento de la llegada de nuevos migrantes México tiene una enorme responsabilidad. En los inicios de su sexenio, AMLO y su fugaz titular del Instituto Nacional de Migración (INM), se llenaban la boca diciendo que todos serían bien recibidos y a todos se les daría trabajo, permiso de permanencia y de tránsito. Decían “se trata de un nuevo paradigma”. El desorden de hoy se explica en gran medida por esas declaraciones irresponsables que invitaron a muchos migrantes a dejar sus países. Claro, cuando Donald Trump le llamó la atención despidió al titular del INM pero eso no resolvió nada. Un incompetente menos en su entorno.

Se fue al otro extremo y apenas hace unos días su gobierno declaró que suspendía el otorgamiento de permisos y cerraba las estaciones migratorias. ¿De verdad nadie le explica que eso no frenará a los migrantes, sino que los echará en brazos del crimen organizado? ¿Ese es el humanismo mexicano que tanto presume?

También ha insistido en que se instrumenten sus programas en Centroamérica y así los migrantes encontraran en sus países condiciones de desarrollo y arraigo. ¿Es en serio? ¿Que nadie la pasa las cifras de detenciones de la patrulla fronteriza según las cuales el grupo más numeroso es el de mexicanos en donde ya se aplican sus programas? ¿Qué nadie le explica que hoy en día la mayoría de los migrantes de tránsito vienen de dictaduras que él defiende? Como contribuyente en Estados Unidos ¿Estaría usted de acuerdo en que se destinaran recursos públicos a los gobiernos de Cuba, Nicaragua, Haití o Venezuela?

Para contribuir al ordenamiento en las llegadas, Estados Unidos ha exigido que éstas se den por las vías legales y desde el país de origen, sin darse cuenta de que estas son insuficientes en función ya no de la demanda sino de sus propias necesidades. Para colmo, diseñó una aplicación para presentar las solicitudes que no está pensada en los migrantes y que no funciona correctamente.

Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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¿Y después del Título 42?

En esta fotografía del 16 de junio de 2021, agentes del Departamento de Seguridad Pública de Texas trabajan con un grupo de migrantes que cruzaron la frontera de Estados Unidos con México y se entregaron a las autoridades, en Del Rio, Texas. (ASSOCIATED PRESS)
POR JORGE SANTIBÁÑEZ*
ESPECIAL PARA LOS ANGELES TIMES
MAY. 10, 2023 5:10 PM PT

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Todo indica que el próximo 11 de mayo terminará la aplicación del llamado Título 42 que permite a las autoridades estadounidenses no aceptar en su territorio a inmigrantes y solicitantes de asilo.

El anuncio de que dicha aplicación terminaría ha provocado una gran confusión.

El gobierno de Estados Unidos prevé que se incremente de manera considerable el flujo de migrantes queriendo entrar, congresistas republicanos de ese país han pedido que no se suspenda la aplicación del Título 42, el gobernador de Texas contempla un escenario caótico en la frontera con México, muchos migrantes y solicitantes de asilo son parte de la confusión y creen que ya no serían devueltos a México. Por su parte AMLO ya dijo que él espera que no aumente el flujo de migrantes y recurre a su argumento más reciente: ¿Y?

Del lado estadounidense, como para evitar el caos, en los últimos meses se instrumentaron algunas alternativas, que no guardan proporción con la dimensión del problema, para que los ciudadanos de algunos países como Venezuela, Cuba, Haití y Nicaragua, siempre y cuando cumplan con algunos requisitos como el de tener un familiar o amigo en Estados Unidos que se haga responsable de su manutención, hagan gestiones desde sus lugares de origen. Obviamente muy pocos cumplen con los requisitos. Adicionalmente anunciaron el envío de 1500 soldados para auxiliar a la patrulla fronteriza.

Del lado mexicano, además de declarar que no creen que se incremente el flujo de migrantes, AMLO les ha pedido que no transiten por México “porque hay secuestros” y que no se dejen engañar por los polleros. Sin comentarios.

Lo que queda claro es que la aplicación del Título 42, que no podía ser eterna, solo distorsionó el proceso migratorio y acumuló una demanda que tarde o temprano explotaría y para nada ordenó o resolvió. Su conclusión, en el corto plazo, generará mayor desorden para después regresar al desorden habitual. Lo que está ocurriendo hace evidente lo lejos que estamos de una gestión razonable y la insuficiencia e improcedencia de medidas coyunturales que solo lo desordenan aún más.

Muchos achacan a Donald Trump la existencia del Título 42. Solo parcialmente tienen razón. Recordemos que el Título 42 es una medida de salud pública aprobada en 1944 que permite prohibir la entrada de personas o productos a territorio estadounidense si, según las autoridades de salud, ello representa un riesgo de transmisión o difusión de una enfermedad transmisible. No se diseñó para aplicarla a los migrantes o solicitantes de asilo y sin embargo desde marzo de 2020 se ha usado más de dos millones de veces exclusivamente en migrantes que son detenidos en la frontera con México.

¿Por qué entonces se achaca a Trump? En virtud de la pandemia del COVID, en marzo de 2020, Stephen Miller, principal asesor de Trump en estos temas y sin duda uno de los personajes más nefastos para los migrantes, le aconsejó usar el Título 42 para deshacerse rápidamente de los migrantes que buscaban entrar a Estados Unidos y así el Centro de Control de Enfermedades de su gobierno (CDC por sus siglas en inglés) emitió la orden correspondiente. Por supuesto, contó con la complicidad de su amigo AMLO. Biden, a pesar de declaraciones iniciales en sentido contrario, calculando que su eliminación tendría costos políticos altísimos, lo siguió usando.

El próximo 11 de mayo, el CDC establecerá que el COVID deja de ser una emergencia sanitaria y en esa lógica la aplicación del Título 42, como consecuencia del COVID, carecería de sentido. Por eso ya tampoco habría espacios legales para impugnar su suspensión.

El Título 42 permitía que una vez que el migrante era detenido, después de ser registrado con foto y huellas, en unas cuantas horas era expulsado del país. Formalmente hablando no se trata de una deportación, ni siquiera se otorga la posibilidad de ir a una corte migratoria, ni hay una orden de deportación. Ahí es donde México y sus localidades fronterizas juegan un papel muy importante porque el inmigrante potencial o es enviado a su país de origen, algo que en muchos casos es imposible porque esos países sencillamente no los aceptan o se quedan en las localidades fronterizas mexicanas, que es lo que por lo general ocurre, toda vez que México fue el último país de tránsito.

Sin el Título 42, los migrantes y solicitantes de asilo pueden permanecer en el territorio estadounidense mientras se resuelve su solicitud o una corte de migración decide su deportación. Los soldados que serán enviados a la frontera con México no son para detener migrantes sino para auxiliar en los trámites toda vez que ahora no será posible una expulsión inmediata y el papeleo es mucho mayor.

Por cierto, este tipo de medidas en la práctica no afectan a los migrantes indocumentados mexicanos, aun el grupo más numeroso, quienes no solicitan asilo ni se van a corte. Si son capturados prefieren ser devueltos rápidamente para volver a intentar el cruce lo más pronto posible, aceptando una salida voluntaria. La llegada y la suspensión del Título 42 está más relacionada con los migrantes de otras nacionalidades que transitan por México y que llegan a las ciudades fronterizas del norte. Afecta a México claro, pero por otras razones.

México ni se preparó cuando inició la aplicación del Título 42, ni se está preparando para su suspensión. Total, ya dijo AMLO que él no cree que haya más migrantes y ya les dijo que no transiten por el país, porque “ahí secuestran”. Y sí, basta abrir el periódico cualquier día para enterarse de los migrantes que fueron secuestrados el día anterior.

* Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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¿Será México la piedrita en el zapato de Biden?

El presidente Joe Biden habla sobre el empleo el viernes 4 de diciembre de 2020 en el teatro The Queen, en Wilmington, Delaware. (ASSOCIATED PRESS)
POR JORGE SANTIBÁÑEZ*
ESPECIAL PARA LOS ANGELES TIMES
MAY. 3, 2023 2:10 PM PT

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Por fin se formalizó que Joe Biden buscará la candidatura presidencial del partido demócrata. En sí, el tema no es novedoso. Casi todos los presidentes en Estados Unidos buscan la reelección y, aunque ha habido casos en los que eso no ocurre como por ejemplo Donald Trump, la mayoría la obtienen.

En esta ocasión el cuestionamiento principal que se hace a Biden es su edad. No tanto para hacer campaña y ganar sino para gobernar. Tendría 86 años al terminar su mandato, parecen demasiados. Con diez años menos, seguiría siendo mayor, pero nadie dudaría de sus capacidades de conclusión de un segundo encargo.

En el muy probable escenario de que Donald Trump, que también es de edad avanzada, se convierta en el candidato republicano, Biden y su equipo consideraron que era la mejor opción para volverle a ganar y no correr los riesgos de un segundo mandato de Trump o de un candidato demócrata menos experimentado que podría perder.

De hecho, Trump quien es hoy el que está más cerca de la candidatura del partido republicano, según todas encuestas, perdería frente a “sleepy joe” como él lo llamaba y es el único que no podría explotar la mayor debilidad de Biden porque cuatro años de diferencia no son tantos y para muchos votantes Biden se ve incluso más sano.

¿Será México tema relevante en este proceso electoral?

Históricamente, México no ha sido tema en los procesos electorales de Estados Unidos. Las debilidades de la vecindad son conocidas y aceptadas por los votantes y no definen la elección presidencial. En síntesis, se reducen a temas relacionados entre sí, migración, el manejo de la frontera y el ingreso de drogas ilícitas. No hablo de la relación en general en donde hay muchos otros temas importantes como el comercio, las inversiones o el turismo, sino de aquellos que serían relevantes para los votantes.

Así fue hasta Donald Trump quien convirtió a México en tema central de su campaña y posterior gobierno, estableciendo estándares no sostenibles en la relación. De alguna manera Trump convenció a una buena parte de la sociedad estadounidense de que México podría y debería controlar en su territorio a los migrantes que buscan llegar a Estados Unidos y que el desorden en la frontera, incluido el ingreso de drogas ilícitas son culpa de México que no hace lo suficiente para controlar esos procesos.

Desafortunadamente para México, los migrantes y los residentes fronterizos, el gobierno mexicano, seguramente sin proponérselo y sin darse cuenta, se convirtió en el principal promotor de ese discurso y aceptó recibir en México a los solicitantes de asilo mientras su solicitud es atendida y resuelta y que la tercera parte de los agentes de la recién creada guardia nacional se dedicaran a contener los flujos migratorios. De la mano Marcelo Ebrard y AMLO festejaron la negociación y el sometimiento disfrazado de acuerdo. Como además el número de detenciones de la patrulla fronteriza bajó, más por razones externas que por la subordinación mexicana, la estrategia se consideró un éxito.

Políticamente, el error es garrafal, primeramente por los efectos en México y la inevitable responsabilidad en la muerte de cientos de migrantes al amparo de esa “estrategia”, pero además porque a partir de ese momento, los votantes estadounidenses o una buena parte de ellos, esperan que México se haga cargo del control de los flujos migratorios, el desorden en la frontera y la llegada de drogas ilícitas y si Biden es incapaz de obtener de AMLO lo mismo que Trump, entonces eso jugará en contra de Biden y a favor de Trump en la campaña presidencial.

¿Propiciará esa situación y perspectiva que gane Trump y pierda Biden? No lo creo, esos temas no son tan relevantes comparados con otros que ya han ido apareciendo. Ninguno de los factores mencionados figura entre los cinco más importantes para definir el voto.

Independientemente de quien gane, México no será decisivo. Sin embargo, si se va a convertir en tema de campaña y de manera cíclica en el partido republicano. Si Trump resulta ser el candidato, dirá al votante que Biden no ha sido capaz de contener los flujos migratorios, de ordenar la frontera y de detener la entrada de fentanilo y que él con su amigo AMLOU lo hubiera logrado en muy poco tiempo. Solo recordemos que, en su discurso del Estado de la Unión, que anualmente presenta el presidente al congreso estadounidense, Biden fue interrumpido y abucheado al tocar estos temas. Se le reprochará sin duda que no pudo someter a AMLO como si lo hizo Trump.

Las actitudes de AMLO y su canciller con respecto a Trump y a Biden, no ayudan y jugarán un papel. No se necesita ser especialista en análisis de discurso para saber que AMLO está del lado de Trump y que contrasta cuando se envuelve en la bandera de la soberanía y no intervención frente a Biden y se somete totalmente frente a Donald Trump. Sus reacciones desproporcionadas ante discursos de políticos estadounidenses menores e irrelevantes pueden animar negativamente la campaña electoral en Estados Unidos.

Dicho lo anterior, todos esperamos que no se meta en la campaña electoral estadounidense y que se mantendrá, como hasta ahora, suficientemente ocupado en su propia campaña en México para que su candidato o candidata resulte electo.

En síntesis, México no será un factor decisivo en la campaña electoral estadounidense del próximo año, pero si se puede convertir, como decimos en México, en “una piedrita en el zapato” para Joe Biden.

*El doctor Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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México se aísla del mundo

POR JORGE SANTIBÁÑEZ*
ESPECIAL PARA LOS ANGELES TIMES
ABR. 26, 2023 10:28 AM PT

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El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, escucha la pregunta de un periodista durante su conferencia de prensa diaria en el Palacio Nacional de Ciudad de México, el viernes 8 de julio de 2022. (AP Foto/Moises Castillo) (Moises Castillo / Associated Press)

La semana pasada, AMLO se reunió con el hermano y el padre de Julian Assange, el hacker australiano que filtró e hizo públicos una importante cantidad de documentos secretos y altamente comprometedores de la política exterior estadounidense, acción por la cual tiene cuentas pendientes con ese país que desde hace años busca extraditarlo y presentarlo a la justicia. El espacio dedicado a los familiares de Assange se suma a la invitación que hizo a su esposa como “invitada especial” a los actos de celebración de la independencia mexicana.

AMLO lo ha presentado como un adalid mundial de la libertad de expresión y el acceso a la información pública. En esa lógica ha asumido su defensa que es bastante contradictoria como muchas de sus acciones al bloquear el acceso a la información de la secretaría de Defensa, boicotear al Instituto Nacional de Acceso a la Información o callar ante pruebas de que el ejército mexicano usa software para espiar a defensores de los derechos humanos.

No alcanzo a explicarme cómo concilia, al amparo de la libertad de expresión, la defensa de un hacker, aun bajo el supuesto de que se trate de una víctima de una persecución injustificada, y sus acciones cotidianas en contra de esa misma libertad o los ataques a periodistas.

Me queda claro que ese tipo de acciones reflejan las pasiones personalísimas de AMLO, basta ver la lista de “invitados especiales” a la celebración de la independencia en la que figuran, además de la esposa de Assange, la hija del Che Guevara y el hijo de Martin Luther King. Pero estamos hablando del presidente de México y en cada uno de sus actos oficiales, en tiempos e instalaciones pagados con recursos de los contribuyentes, en una democracia, es más que justificado preguntarse en qué le conviene eso a México y si ello refleja las prioridades de sus gobernados. De nada sirve que diga que hace lo que el pueblo le dicta, cuando sus acciones de todos los días son reflejo de lo que solo él quiere hacer. La celebración de la independencia mexicana no es una fiesta privada de AMLO y su familia.

Solo por citar algunos ejemplos, AMLO ha rechazado reunirse con los partidos de oposición mexicanos, no se reunió con las víctimas sobrevivientes del incendio en el centro de detención de migrantes en Ciudad Juárez o con las familias de los fallecidos en el accidente de la línea 12 de metro de la Ciudad de México, pero sí con los familiares de Julian Assange. ¿Eso refleja las prioridades de México como país?

Surgen otras preguntas. Al ser Julian Assange un personaje mundial que no hackeó un solo archivo mexicano, la defensa de AMLO es internacional, ¿Cómo defiende AMLO frente al mundo los valores mexicanos? ¿Cómo promueve a México nuestro presidente? Porque la defensa de Assange, aun aceptando que fuera justificada en función de principios fundamentales, contrasta con el silencio ante las decenas de cubanos, venezolanos o nicaragüenses perseguidos y encarcelados por sus gobiernos, exactamente por la defensa de los mismos principios.

En casi cinco años de gobierno, AMLO no se ha reunido una sola vez con la comunidad mexicana en Estados Unidos. Cada mes festeja las remesas que envían, pero no se ha reunido con ellos. ¿Acaso el padre y hermano de Julian Assange son más merecedores de un espacio en la agenda presidencial que los mexicanos en Estados Unidos?

Desde Luis Echeverría en los años 70, todos los presidentes se han reunido con las comunidades mexicanas en Estados Unidos, todos han visitado alguna ciudad en ese país con fuerte presencia mexicana. Desde el sexenio de Salinas de Gortari, todos han ido a Los Ángeles, California que es donde viven más migrantes mexicanos. Todos menos AMLO.

Desde el sexenio de Salinas de Gortari todos los presidentes mexicanos, durante su gestión han hecho más de 50 visitas a otros países para promover la cultura, el comercio, la economía y el turismo, para suscribir acuerdos con otros países, intercambios culturales, becas para estudiantes, promover a artistas o encabezar exposiciones de productos mexicanos. AMLO, en lo que va de su mandato y descontando la intervención en la ONU que todo presidente de cualquier país miembro hace, ha visitado tres veces a Estados Unidos para solamente una reunión de menos de una hora en cada visita y una gira de menos de un día por país a Cuba, Honduras, Belice, El Salvador y Guatemala. Siete visitas, cuatro viajes, solo a los vecinos, contra un mínimo de cincuenta de sus antecesores. ¿Es así como se promueve a México?

El argumento de la austeridad no aplica, menos aún ahora que se sabe que su secretario de defensa viaja con toda la familia, incluida su consuegra y ayudantes, con todos los gastos pagados por los contribuyentes mexicanos. En la conferencia matutina se habla de beisbol, pero no de estos temas.

Cuando AMLO dice que la mejor política exterior es la interior, mucho me temo que lo que quiere decir es que su estrategia es quedarse en México y fortalecer el vínculo con sus bases, consolidarse internamente para preservar y prolongar su poder, con defensas tipo la de Assange. Por eso los dictadores y líderes autoritarios, como Ortega de Nicaragua, Maduro de Venezuela, Díaz Canel de Cuba, Erdogan en Turquía y hasta Putin de Rusia, casi no salen de sus países. Como ellos, México se aísla cada vez más del resto del mundo.

No sé cómo hacen sus seguidores, todavía demasiados, para justificar tanta contradicción.

* Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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