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Los riesgos de una frontera mal administrada

POR JORGE SANTIBÁÑEZ*
ESPECIAL PARA LOS ANGELES TIMES
MAR. 15, 2023 9:54 AM PT

Los ciudadanos estadounidenses que fueron secuestrados por el crimen organizado en Matamoros y que días después aparecieron dejando un saldo de dos de ellos asesinados y uno herido, hacen evidente el desorden que reina en la frontera México-Estados Unidos en el tema de seguridad. Muy grave.

Las localidades fronterizas del norte de México son diferentes entre sí, pero hay procesos que son comunes a todas ellas. Todas tienen una dimensión binacional que las lleva a interactuar con la localidad colindante en Estados Unidos y esta interacción se extiende, en algunos temas, hacia el norte a otras regiones del país vecino.

La mayoría de las actividades binacionales son perfectamente legales, algunas son totalmente ilegales y otras caen en una zona gris que bien valdría analizar y administrar de mejor manera porque de otra forma se convierten en espacios de riesgo.

Es muy común que los ciudadanos de un lado de la frontera realicen compras, socialicen, estudien o trabajen del otro. La diferencia del costo de vida ha llevado a que muchos ciudadanos estadounidenses vivan en la localidad mexicana vecina y la inseguridad ha llevado a que muchas familias mexicanas de estas localidades, las que pueden y tienen los medios, residan “del otro lado”. Las familias binacionales son algo común.

Algunas actividades caen en una zona gris. Por ejemplo, muchos jóvenes estadounidenses visitan la ciudad mexicana vecina porque el acceso a bebidas alcohólicas es mucho más fácil del lado mexicano. De hecho, en México se puede adquirir y consumir estas bebidas desde los 18 años y en Estados Unidos se requiere tener al menos 21.

Medicamentos que en Estados Unidos solo se pueden adquirir con receta médica, en las farmacias del lado mexicano se venden sin ningún control y es común encontrarse muchas farmacias justo antes de cruzar hacia Estados Unidos, que obviamente no atienden una demanda del lado mexicano, que solo venden ese tipo de medicamentos y que, administrados sin supervisión médica como los anabólicos esteroides o antidepresivos, pueden ser de alto riesgo para quienes los consumen.

Este acceso libre y desordenado se engloba en lo que llaman “turismo médico” y que incluye tratamientos o intervenciones quirúrgicas perfectamente legales pero que en Estados Unidos no son cubiertos por las aseguradoras como por ejemplo los dentistas o los cirujanos plásticos que del lado mexicano cobran en dólares. Sin embargo, también incluyen tratamientos muy cuestionables o alternativos que en Estados Unidos no están autorizados y que México se hace de la vista gorda.

Esto no es nuevo. El actor Steve McQueen, famoso en los años 70 recibió un tratamiento “alternativo” en Rosarito, Baja California y falleció en un hospital de Ciudad Juárez. Algo similar ocurrió con la viuda de Martin Luther King. Muchas personas son engañadas con la ilusión de curarse en México lo que la ciencia todavía califica de incurable. Lo que sorprende es que nadie trate por lo menos de poner algo de orden.

Otra de las características que todas las localidades fronterizas del lado mexicano comparten es que sin excepción son dominadas por alguna organización criminal que saca ventaja de la cercanía con Estados Unidos y por donde necesariamente transitan drogas ilícitas. Todas tienen dueño. Hoy es el fentanilo, pero antes fue la cocaína o la marihuana. Para ello, estas organizaciones subordinan a las autoridades locales y son las que realmente gobiernan del lado mexicano. Esto tampoco es nuevo. Ahora son los hijos de quienes ejercían este control en los años 80 y 90. Los residentes de estas ciudades saben dónde viven los líderes de estas organizaciones, que lugares frecuentan y en ocasiones socializan con ellos.

Si a esto se suma la presencia de grupos poblacionales en extremo vulnerables como los migrantes que buscan entrar a Estados Unidos, la mezcla es explosiva.

Estos factores son los que explican el secuestro y muerte de los ciudadanos estadounidenses que visitaron Matamoros para un tratamiento médico y que aparentemente fueron confundidos por una organización criminal. Lo que les pasó se suma a las agresiones y desapariciones que sufren estadounidenses en México y que son cada vez más frecuentes.

El dominio de las organizaciones criminales es tan obvio que ellos mismos atendieron al herido en una clínica privada y entregaron a quienes cometieron el secuestro y asesinato, como para dejar claro quien aplica la justicia, quien gobierna.

La respuesta del gobierno mexicano no podría ser más mala, en vez de ver y aceptar el problema, de asumir la parte de responsabilidad que sin duda tiene y generar estrategias de cooperación binacional para atender la frontera, AMLO y sus acólitos, como en muchos otros temas, se han dedicado a echar culpas, envolverse en la bandera nacional levantando los brazos al cielo y tratar de negar o minimizar el problema.

¿De verdad nadie le explica al presidente mexicano que es normal que el gobierno estadounidense defienda a sus ciudadanos, que su actitud solo tensa la relación en perjuicio de México, que tarde o temprano las alertas para no viajar a México acabarán afectando al turismo y a las inversiones?

*Jorge Santibáñez es Presidente de Mexa Institute

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Trump y lo que nos espera

Trump y lo que nos espera

Jorge Santibáñez*

Pasadas las elecciones llamadas de medio término en Estados Unidos, Donald Trump tendrá una y solo una prioridad, reelegirse como presidente en 2020. La estrategia que seguirá es bastante predecible. El presidente norteamericano considera que para ganar elecciones hay que polarizar, dividir. A juzgar por lo que dice y hace, en su perspectiva, la estrategia le ha resultado exitosa. Incluso cuando algún miembro de su partido pierde, lo presenta como un resultado por no seguir su estrategia. Esa es su lectura al haber perdido el control de la cámara de representantes en el proceso que acaba de concluir. Explícitamente señaló que aquellos candidatos republicanos que no se sumaron a sus estrategias, perdieron y los que si lo hicieron y le organizaron mítines en donde sostuvo discursos estridentes e incendiarios, ganaron.

El asunto, que en México se piensa que es totalmente estadounidense e interno, nos compete directamente porque uno de los temas que mas polariza a la sociedad americana es el de la migración y la seguridad en las fronteras y en ambos, nuestro país juega un papel central. Para muchos votantes en Estados Unidos, la frontera peligrosa es la que se comparte con México y en la percepción colectiva, la palabra inmigrante está asociada con mexicanos o con las personas que entran por México. No importa que no sea cierto, la percepción hace actuar a los votantes, no la realidad.

El presidente Trump debe estar bastante ocupado enfrentándose a los demócratas en la Cámara de Representantes que ahora se sumarán a los principales medios de comunicación que han sido sus acérrimos críticos. Es precisamente por eso que recurrirá con mas vehemencia al tema migratorio y acusará a los demócratas de propiciar, tolerar y hasta financiar las caravanas de inmigrantes que “invaden” Estados Unidos con gente mala, delincuentes. Hasta para distraer de sus tropezones internos y los problemas legales de los que cada vez sale mas mal parado.

Cierto, los demócratas no sostienen ese discurso, pero no saldrán en nuestra defensa. Primero porque sería caer en la trampa que les tiende Trump y segundo, porque también ellos piden una frontera más segura y una inmigración mejor controlada. Recordemos que el primer “muro” importante en la frontera México-Estados Unidos lo desarrolló la administración de Bill Clinton y las organizaciones defensoras de los inmigrantes llamaban a Obama The Deporter in Chief.

¿Y México? ¿tendremos algo que decir o hacer para que esto no pase? ¿nos limitaremos a observar y escuchar estos ataques como si no fueran dirigidos a mexicanos? ¿le “daremos el avión” al Presidente Trump? ¿nos limitaremos a la agenda que durante años nos ha subordinado con nuestros poderosos vecinos, a saber comercio y seguridad? Sería un error del que tarde o temprano nos vamos a arrepentir. Sí hay una estrategia que nos hemos resistido a ver: empoderemos a los mexicanos en Estados Unidos. El día que Trump y los que siguen sepan que el discurso antimexicano les cuesta votos, porque hay una comunidad mexicana en Estados Unidos poderosa, importante política y económicamente y que no tolera ese discurso, se buscaran otro tema para dividir.

Ningún otro país del mundo tiene en Estados Unidos una comunidad de 36 millones de personas que quieren y se sienten identificados con su país de origen. Ahí están. Ya están integrados, conocen el sistema estadounidense, se trata solo de darles el empujón que hace falta para que tengan acceso a mejores oportunidades y se desarrollen en la sociedad en la que ellos eligieron vivir. Además, es nuestra obligación ¿o no?.

* Presidente y fundador de @MexaInstitute
con sede en Washington, D.C.

La caravana migrante, nuestra responsabilidad.

La caravana migrante, nuestra responsabilidad

Jorge Santibáñez*

Mucho se ha escrito acerca de los migrantes centroamericanos, esencialmente de Honduras y El Salvador, quienes transitan por México para desplazarse hacia Estados Unidos. La atención está puesta sobre ellos en gran medida porque el presidente Donald Trump, en el contexto de la elección de medio término, los ha utilizado como instrumento para atacar a los demócratas, presentando a la caravana como una invasión de delincuentes, situación que hay que defender en las urnas.

Más allá del oportunismo electoral del presidente estadounidense, debemos reconocer que México tiene una enorme responsabilidad en la conformación de dicha caravana, quizá la mayor. Veamos porqué.

La caravana no promueve la salida de centroamericanos hacia Estados Unidos. Las condiciones de salida, de expulsión de miles de personas están ahí desde hace muchos años. De manera destacada, la violencia, inseguridad y falta de oportunidades tienen décadas en Honduras o el Salvador.

Los integrantes de la caravana tienen claro que deben abandonar su país desde hace mucho. Sin embargo, se debaten entre sufrir la violencia en sus lugares de origen o durante su recorrido por México. Por eso la caravana les ofrece la posibilidad de transitar por nuestro país de manera relativamente segura. Si el paso fuera seguro, no tendrían ninguna necesidad de hacerlo en caravanas y su salida ocurriría, como fue en algún tiempo, en pequeños grupos.

Durante décadas se ha documentado los abusos de los que son sujeto lo migrantes centroamericanos en México. Las jóvenes, ante la certeza de que serán violadas, un mes antes de la partida, empiezan a tomar anticonceptivos; los migrantes dejan el dinero que requieren para el desplazamiento con sus familiares, con el encargo de que se los envíen poco a poco, porque saben que serán asaltados y temen que les roben todo lo que han ahorrado o lo que sus familiares en Estados Unidos les han enviado. Y podríamos contar muchas más historias similares.

La peor parte de este asunto es que en esas vejaciones participan, de forma directa, por complicidad u omisión, autoridades de instituciones mexicanas, particularmente del Instituto Nacional de Migración (INM). Solo hay que preguntarle a los migrantes. Después de las Maras, a quien más temen los migrantes es a los agentes del INM, que con frecuencia se asocian o se dividen el territorio con las Maras.

Se dice que la caravana está “organizada” por alguien. Por supuesto que lo está, pero las condiciones para migrar o huir son auténticas y la necesidad de hacerlo en grupo para evitar a las autoridades mexicanas y sus abusos son reales. No se trata de acarreados a quienes se les pagó por migrar.

El tema se complica porque tensa la relación con Estados Unidos. Nuestro vecino exige un papel más activo del gobierno mexicano. A la administración que concluye se le ocurrió enviar a la Policía Federal, alimentando así la percepción que Trump quiere transmitir a los electores de que se trata de delincuentes; además no pudieron contener a la caravana. Por su parte, al gobierno que viene se le ocurrió declarar que habrá empleo en México para todos los miembros de la caravana. Ambos, esencialmente se doblegan ante Trump y tratan de asegurarle que la caravana permanecerá en México.

Adicionalmente se declara pomposamente que el eje rector de la política migratoria del nuevo gobierno será el respeto a los derechos humanos, sin decir cómo, lo cual no tranquiliza a ningún migrante centroamericano. Exactamente lo mismo han declarado los últimos 10 titulares del INM. Ni modo que dijeran otra cosa.

*Presidente y fundador de Mexa Institute, organización que estudia a las comunidades mexicanas en Estados Unidos. Fue Presidente de El Colegio de la Frontera Norte y tiene más de 25 años de experiencia en el estudio de la migración.

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